- noviembre 20, 2025
- Posted by: Urra
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En el corazón del Alto Sinú, la vida silvestre está regresando. Allí donde hace algunos años predominaba la degradación, el avance de la frontera agrícola y la fragmentación del bosque, hoy reaparecen huellas, sonidos y rastros de especies que parecían haberse retirado para siempre. Este renacer es posible gracias a los avances del Plan de Restauración Ecológica Participativa – REP, una apuesta ambiental impulsada por URRÁ S.A. E.S.P. y operada por la unión Temporal REP, que está comenzando a transformar de manera profunda el territorio y sus ecosistemas.
El Plan REP URRÁ se desarrolla en el departamento de Córdoba, especialmente en el municipio de Tierralta, donde se abarcan tres áreas principales de intervención:
- 11 veredas en el contorno del embalse URRÁ: Altamira, Jamaica, Lourdes, Crucito, Chibogadó Alto, La Mina, Chibogadó Medio, Kilómetro 40, El Gallo, El Limón y Si Dios Quiere.
- Vereda Santana (predio Sonrisas): área destinada a la compensación del Parque Solar 19.9 MW.
- Vereda Nuevo Ceibal (Estación Ecológica Las Guartinajas): zona orientada a la rehabilitación ecológica.
Las acciones adelantadas en el marco del Plan REP —que incluyen la siembra de miles de plántulas nativas, la recuperación de coberturas boscosas, la protección de suelos, la delimitación de áreas estratégicas y la creación de corredores biológicos naturales— han permitido que especies que requieren hábitats saludables encuentren nuevamente refugio, alimento y tranquilidad.
Durante los monitoreos realizados en las áreas de restauración, se ha documentado el retorno de especies emblemáticas como el paujil de pico azul (Crax alberti) —una de las aves más amenazadas de Colombia y símbolo de los bosques húmedos tropicales—, el tigrillo (Leopardus tigrinus), el armadillo (Dasypus novemcinctus), la guartinaja (Cuniculus paca), el ñeque (Dasyprocta punctata), la tamandaá (Tamanduá mexicana), el oso hormiguero cola palmera (Cyclopes didactylus), el mono capuchino (Cebus capucinus), el zaino (Pecari tajacu) y el tití cabeza blanca (Saguinus oedipus).
El regreso de estas especies confirma que el territorio se está recuperando. Donde vuelve el bosque, vuelven los animales. Donde hay conectividad ecológica, hay futuro.
El rol de las familias restauradoras
El trabajo comunitario de alrededor de 100 familias restauradoras, ha sido determinante. Han asumido un rol activo en la producción de material vegetal, el aislamiento de zonas sensibles, el manejo de viveros, el control de prácticas degradantes y la vigilancia constante del entorno. Su mirada local, sumada al acompañamiento técnico del Plan, ha permitido que las acciones tengan continuidad y sentido colectivo.
Especies que regresan y simbolizan esperanza
El paujil de pico azul, casi desaparecido en muchas regiones del país, ha vuelto a ser visto en zonas donde la regeneración del bosque ha avanzado.
El tigrillo, felino esquivo que sólo sobrevive en ecosistemas bien conservados, dejó rastros capturados por cámaras trampa.
La presencia de mamíferos como la guartinaja, el ñeque, el armadillo, la tamanduá y el oso hormiguero cola palmera, evidencia que la cadena alimentaria comienza a equilibrarse.
El avistamiento del mono capuchino y del tití cabeza blanca, especies altamente sensibles a la pérdida de hábitat, confirma que los parches de bosque restaurados ya ofrecen las condiciones necesarias para su desplazamiento y permanencia.
Cada una de estas especies representa una pieza vital del ecosistema.
Su retorno es un indicador claro de que el paisaje está sanando: los bosques jóvenes crecen, los suelos se regeneran, los cursos de agua se fortalecen y la fauna vuelve a encontrar tranquilidad para habitar el territorio.
Estas acciones reflejan el impacto positivo del proceso de restauración ecológica participativa, que une a la ciencia, la comunidad y la naturaleza para recuperar ecosistemas y transformar el paisaje de manera sostenible.


